Seguimos inmersos en las negociaciones por el dominio del Valle de los Dos Generales…

Shiba Nabutaro defiende con gran vehemencia la guerra contra el León para retomar dicho valle. Y para ello, ha hecho gala de una alianza con la Grulla. No parece inclinado a cualquier otra proposición que no sea la guerra. El resto de sus compañeros Fénix presentes en la negociación calla y le deja hablar. Parece que están todos de acuerdo…

Tras la negociación me reúno con mi padre para recapitular todo lo que se ha hablado. Le recalco que se están basando todas las conversaciones en nada sólido salvo rumores del posible enlace matrimonial entre Kentaro y Yoroshiku. Padre me recuerda que un rumor tan extendido y en que la princesa está envuelta es prácticamente ya oficial y que no hay que pensar otra cosa. En similares términos se expresaron Asako Kagetsu y Asako Kentaro cuando fui a hablar con este último para sacar algo en claro esa misma mañana. Le digo a mi padre lo que pienso de las voluntades de la princesa, que son fruto del capricho del momento y que fácilmente podrían cambiar como cambia de dirección el viento. Evidentemente no le gusta que hable en esos términos de la princesa, a quien tiene en muy alta estima ya que él mismo se ve como un factible candidato. No pierde la ocasión para recordarme la orden no obedecida de la propia princesa cuando nos mandó arrasar el poblado ronin. No me puedo contener. Le replico. Le digo que no creo haber visto a la princesa entre los estudiantes de la escuela de estrategia Akodo y por tanto no está capacitada para calcular los daños colaterales que dicha orden implicaba. Akodo Ryuden aprieta visiblemente su mandíbula tanto como su mirada pero no añade nada más al respecto. De hecho, cambia de tema, centrándose de nuevo en las negociaciones y me manda a parlamentar con los representantes de los clanes del Mono y de la Avispa, vecinos del León en el sur y colindantes a la Grulla por el este. Si las fuerzas de la Grulla se concentraran en el noroeste para ayudar al Fénix en esa supuesta batalla para retomar el valle, el sur de la Grulla quedaría pobremente defendido. Si se hicieran incursiones en esa zona respaldadas por el Mono y la Avispa la Grulla tendría que regresar de tierras Fénix para atender sus asuntos domésticos, dándonos al León ventaja numérica en el valle.

En la reunión mantenida con ambos representantes, si bien ninguno rechaza abiertamente un pacto, también es cierto que ninguno lo abraza abiertamente. No se niegan a llevar una misiva a sus respectivos daimyos con la petición del León, pero para entonces, en primavera, deberíamos tenerlo todo atado para poder planear una estrategia con éxito. Es más, el representante del Mono, Toku Buntaru, lo rechaza de plano aunque tampoco aprueba las formas de los Fénix. Al igual que la representante de la Avispa, si bien ella sí estaría más inclinada a un pacto. A ambos les hago saber mis impresiones sobre los motivos tan exaltados que Shiba Nabutaro exhibe para iniciar una guerra a gran escala, que no son otros que una venganza personal por los fallecimientos de su esposa e hijo en la toma del valle. El León les dio la oportunidad a los bushi Shiba de que se retiraran sin necesidad de que hubiera derramamiento de sangre. Pero éstos desenvainaron sus katanas

Informo a Padre de los resultados de mi reunión con el Mono y la Avispa. No está complacido, algo que ya me figuraba. Me pide que piense en otra proposición… Tras mi habitual paso por el dojo no paro de estudiar los mapas de Rokugán en busca de alianzas, ventajas en el terreno… nada que no haya repasado decenas de veces antes… Pero nada se me ocurre… Así pues, acudo a él para decírselo. No estará complacido, lo sé. Y lo afrontaré.

En la siguiente reunión, al poco de empezar, le hago notar a Shiba Kazuma, Shiba con rango superior tanto a Shiba Nabutaro como a Asako Matsumoto y, supuestamente, el líder de la delegación Fénix, que las palabras que Nabutaro estaba vertiendo con tanta rapidez sobre la guerra contra el León no responden más que a un afán personal de venganza por la pérdida de su familia en la toma del Valle de los Dos Generales. A partir de ese momento la estrategia de Nabutaro cambia y no vuelve a insistir en la guerra. Extraño comportamiento el de este bushi; hace un momento tan belicoso y, ahora, tan pacifista como un monje… Propone erigir un templo en honor de ambos generales allí caídos y que sean monjes de Shinsei los que lo guarden. Convertirlo en un lugar de peregrinación para honrar la memoria de ambos. Un templo. Para honrar a Matsu. Me pregunto para mis adentros qué pensaría la Dama Matsu de todo esto…

Llegados a este punto, y visto el tono cada vez más tenso entre Nabutaro y yo misma, tanto Shiba Kazuma como mi propio padre deciden que ya han tenido suficientes  propuestas para sopesar y que a partir de ese momento nos dispensan de seguir con las negociaciones. Tanto Shiba Kazuma como Akodo Ryuden van a encargarse de ellas de ahora en adelante.

No puedo evitar que una punzada me pellizque el estómago al pensar que le he fallado a mi padre. Una vez más. Empiezo a sopesar seriamente la única salida con honor que veo que me queda…

Los próximos días son algo más tranquilos al no tener que participar en las negociaciones. Intento pasar lo más desapercibida posible en la Corte; ya tengo comprobado que no se me da bien. En los banquetes intento sentarme en la delegación León siempre. Mientras, empiezo a combinar entrenamientos en el dojo con entrenamientos al aire libre. Encuentro el aire frío y cortante de lo más vivificante.

Una mañana Tsuruchi Momoko y yo misma nos disponemos a dejar el dojo para continuar en el jardín nuestro entrenamiento. En el momento de salir nos encontramos con Asako Matsumoto y su yojimbo, Shiba Nabutaro. Junto con ellos, Toku Buntaro. Nos dice Matsumoto que se le ha asignado la misión de explorar los alrededores del palacio en busca de un monje Fénix que ha abandonado su retiro espiritual y que puede estar merodeando cerca. La Avispa dice que hace unos días se encontró con alguien de esas características y que podría ayudar en su búsqueda. Yo me despido del grupo deseándoles buena suerte en su misión cuando Matsumoto me pide que por favor, les acompañe. No puedo negarme a su petición…

Nuestras primeras pesquisas nos llevan junto a la catarata, allí donde lo vio la Tsuruchi. Y cerca, más concretamente detrás de la cascada, hay una cueva donde podría haberse refugiado y pasar desapercibido, al menos durante unos días. Efectivamente, hay una gruta tras la cascada y con evidentes signos de haber estado habitada recientemente, si bien de forma austera. En la pared del fondo hay unos kanji escritos con el musgo de la cueva, a juzgar por el color verduzco de su trazo. “Los hombres de cola de caballo vendrán y conquistarán, pues son los dueños de la guerra que no tiene fin”. Sin saber muy bien a qué podría referirse y en vista de que allí no vamos a encontrar al monje que buscamos decidimos salir de la cueva. Solo para encontrarnos en un mundo que no es exactamente el que hemos dejado atrás. Los árboles se ven más grandes, más frondosos y oscuros. El bosque parece mucho más extenso… Al movernos en esa dirección y alzar la vista, esperando encontrar el palacio Gisu… Pero solo se ven árboles infinitos… “Jigoku” es la primera palabra que nos viene a la mente. Instintivamente, todos nos giramos hacia el ishiken-do para que nos aclare qué ha pasado y dónde estamos…



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