No sé si reconozco a mi padre… El mismo León, duro, inflexible… Le he visto en el campo de batalla. No tiene rival, ni como estratega ni como bushi. También le he visto gobernar sus tierras con justicia. Le he visto tomar decisiones que él juzgaba como las más justas aunque, por el brillo de su mirada, sé que de buena gana habría tomado la contraria. En el campo de batalla, en la administración de sus tierras… Pero aquí, fuera de su elemento, en esta Corte de Invierno…

No sé si reconozco a mi padre… Dice que la princesa imperial le ha hablado. Veo que le ha hecho creer que tiene esperanzas. Las mismas que le insufló al Mirumoto esta misma mañana en el jardín. Y a buen seguro que no fueron los únicos samuráis. Princesa manipuladora y caprichosa… Quiere posicionarse a ojos de la princesa, captar su atención, ser el único para ella. Ya se ve casado y llevando el mon Otomo. Y no escatimará esfuerzos para conseguirlo. ¿¡Acudir a la Grulla para conseguir el mejor de los haiku!? ¿¡Encomendarme a mí dicha misión!? Respeto profundamente a Doji Sojiro-sama, como compañero de armas, como bushi junto al que he luchado, espalda contra espalda, más de lo que estaría dispuesta a reconocer en público. Pero este encargo de mi padre tomaba un cariz totalmente distinto. Su petición no admitía réplica alguna. No sé si se paró a pensar en las consecuencias o, si lo hizo, si le importó lo más mínimo. Un León debiéndole un favor a la Grulla… Me faltó el valor para enfrentarme a mi padre. Abrirle los ojos. Es mi padre. Debo obedecer. También soy Matsu. Debo honrar a mis ancestros. A mi madre, caída en el campo de batalla. Parece haber olvidado la disputa que precisamente ha sido la que lo ha traído a esta Corte, la escaramuza ocurrida por hacerse con un trozo de tierra baldía por ser donde cayó años ha Matsu. Escaramuza que costó la vida a varios bushi Fénix. Escaramuza saldada con un acuerdo matrimonial entre el Fénix y el León. Asako y Matsu. Cortesano y bushi. Aire y Fuego…

No sé si reconozco a mi padre… El Shiba que deliberadamente le ha interrumpido mientras se disponía a recitar el haiku dedicado a la princesa tenía el deje de amargura en la voz de alguien que se sabe utilizado. Y no sé si será un suicida o no pero no doy ni un zeni por su vida. ¿Qué pretendía insultando a un León? ¿Que lo retara a un duelo? Tal vez así sí vea la princesa al auténtico León, a Asako Ryuden, después de todo…

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¿Gritos? ¿¡Padre!?

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