Los shugenja terminan de examinar nuestras heridas y de lanzar los últimos hechizos de curación. Kitsune Kusao, guiado por una corazonada, sale al exterior para cerciorarse de algo. Intrigados, esperamos a que regrese. No se demora demasiado. Nos explica que temía que los cadáveres de fuera se levantaran y vinieran a por nosotros. Afortunadamente no es así. Bastante recuperados, fijamos nuestra atención en los cinco supuestos ronin que yacen a nuestros pies. Tsuruchi Momoko decide que prefiere salir de la mina. Teme que vengan más por nuestra retaguardia y prefiere ir a echar un vistazo. El ishiken-do Matsumoto examina la bolsa de pergaminos del shugenja abatido. Si bien no logra descifrarlos todos sí que nos indica que la mayoría de los hechizos pertenecen al anillo de Fuego. Algo previsible, por otro lado... Ninguno de los que aquí yacen presentan mon ni distintivo alguno. Esto empieza ser irritante… y preocupate a la vez. Alguien se está tomando muchas molestias en ocultar sus cartas hasta no tener más remedio que jugarlas… Tras esta estancia vemos en el otro extremo una boca de túnel que se adentra en la roca. Esperamos a Momoko antes de adentrarnos en este nuevo camino. No tarda mucho más en aparecer sin novedades que contarnos. Avanzamos pues por el único camino que hay. El pasillo tiene las mismas características que el anterior; podemos movernos de dos en dos. Nabutaro y yo vamos delante, armas en mano. Detrás, Momoko y los shugenja.

No pasa mucho hasta que damos con una nueva estancia similar a la anterior. A diferencia de aquella en el extremo de ésta hay tres bocas de túneles. Lo que inmediatamente capta nuestra atención es el cuerpo caído de un ronin, puesto que no lleva ningún mon, pero sí una armadura completa y pesada a diferencia de los de la sala anterior, que llevaban armadura ligera. Una mirada más atenta nos alerta de que todavía fluye sangre por sus múltiples heridas. ¡Está vivo! El Kitsune se apresura a incorporarlo solo para que, un segundo después, exhale su último suspiro. Lo vuelve a depositar en el suelo. Empuña una katana, mojada en sangre. Nos damos cuenta ahora, al girarlo el Kitsune, de que además de los cortes y heridas punzantes propias de las armas blancas también presenta heridas de abrasión. Hay signos de lucha y pisadas de más gente, todo muy reciente… El ishiken-do se acerca entonces al ronin caído y saca de su bolsa uno de sus pergaminos. Tras recitarlo, con sumo cuidado para no tocar el cadáver, extrae una nota cuidadosamente plegada y escondida entre las láminas de la armadura del ronin. Una escueta nota manuscrita sin nombres ni sellos… “Busca en una mina y protégela hasta que llegue…” Al menos la suposición de Momoko es cierta. Alguien más sabe de esta mina y va a venir… En el suelo de esta segunda estancia se ven claramente las pisadas de más gente, sin duda sus oponentes en la lucha, los ronin de la primera estancia, puesto que ningún rastro sale desde aquí hacia las bocas de los tres túneles y sus heridas corresponden a cortes con armas de filo punzante y… fuego… 

Nos aprestamos a examinar los otros túneles. No son demasiado largos por lo que en poco tiempo los exploramos. Lo único relevante que encontramos son unas vetas de mineral y algo de polvo… ¡dorados! ¡El clan de la Avispa posee en su territorio una mina de oro! Es la pieza que faltaba por de encajar en el puzzle: El ejército Tsuruchi no es lo suficientemente poderoso como para defender una mina de esta s características, así que la única forma de conservarla es el secretismo. Pero ahora hay alguien más que la conoce y la codicia. Y va a venir a por ella… 

Salimos rápidamente de la mina con la determinación de hacer llegar estas noticias cuanto antes. Examinadas nuestras posibilidades, Shiba Nabutaro juzga lo más razonable ir a alertar a los puestos fronterizos de la Avispa con el Escorpión y la Grulla, puesto que se encuentran ambos a dos días de nuestra posición, mientras que Kyuden Ashinagabachi nos queda a cuatro.

Volvemos a Saiga, la aldea cercana, para que Tsuruchi Momoko pueda escribir sendas misivas destinadas a las guarniciones Avispa en las fronteras y para pertrecharnos debidamente para el viaje. Vamos directamente a casa de Hano “el cojo”, quien vuelve a temblar de puro nerviosismo al vernos, más con nuestro aspecto tras la lucha de la mina. A nuestros requerimientos el heimin se echa al suelo ante nosotros y, sin dejar de temblar, nos dice que no hace más de unas pocas horas que un samurái Tsuruchi llegó a la aldea para decir a sus habitantes que se quedaran, que resistieran, que la guerra estaba en marcha. -¿La guerra contra quién? -inquiero. Pero Hano no es capaz de respondernos, puesto que el Tsuruchi no lo dijo. Eso nos ahorra el viaje que habíamos planeado ya que la Avispa ya está sobre aviso de una inminente invasión. Pero ¿a manos de quién?… 

Así las cosas, decidimos que al día siguiente, tras haber comido y descansado adecuadamente, emprenderemos viaje hacia el norte para acompañar a Momoko. Ya no hay la prisa de antes y no serviríamos de nada en el estado tan lamentable en el que nos encontramos. El semblante de la Tsuruchi es serio y la preocupación se hace visible en él… 

Emprendemos la marcha nada más despuntar el día montados en los ponis que trajimos desde el Kyuden Avispa. Estamos alerta en todo momento pero lo cierto es que no sucede nada durante prácticamente dos días. Es en el atardecer del segundo día cuando hacia el norte, la dirección en la que vamos, oímos ruido de  pasos marchando, a juzgar por el ritmo militar que imparten y por el polvo que levantan su camino. No sabiendo si nos vamos a encontrar de bruces con el enemigo o con huestes Tsuruchi nos hacemos a un lado del camino y nos preparamos. Al poco empezamos a divisar a lo lejos los estandartes con los colores de la Avispa. Un silencioso suspiro de alivio nos recorre a todos. Momoko es la primera que sale al camino al encuentro de las levas. Nos hacemos a un lado cuando los samuráis empiezan a invadir todo el camino en su paso hacia la guerra. Y nos percatamos de que no solo hay Avispas, sino también Zorros y Gorriones. Los tres clanes reunidos en Kyuden Ashinagabachi. Un jinete Tsuruchi se nos aproxima al ver que en nuestro grupo se encuentra una integrante de su clan. -Hemos sido llamados a filas -dice -. El Escorpión ha cruzado la frontera. Tenéis que incorporaros. Vos también – dice dirigiéndose tanto a Momoko como a Kusao. Ambos sin dudarlo se dirigen cada uno hacia donde se encuentran sus compañeros de clan. Así que el Escorpión… 

Y mientras los dos Fénix, Shiba Nabutaro y Asako Matsumoto, parecen enfrascados en una eterna disquisición sobre la conveniencia o no de unirnos a los que han sido nuestros compañeros de armas de los últimos días, yo ya he montado de nuevo sobre mi poni. -¿De verdad os lo estáis siquiera planteando? -Tras lo cual espoleo mi montura y busco a Momoko para que me lleve ante quien esté al mando de su columna. No parece que les haya dejado mucha opción a los Fénix pues finalmente optan por unirse también. Solo espero que el hermano de Matsumoto no requiera de tanto tiempo para tomar una determinación tan simple como ésta… 

Espero a la parada para hacer noche para ir a hablar con la Avispa. Momoko ya sabe que venimos, nos ha visto reanudar la marcha y situarnos en la retaguardia. Desde aquí se puede apreciar a groso modo que se componen de dos legiones, unos mil efectivos en total.

Cuando la marcha se detiene para pasar la noche me acerco a Momoko y le comunico mis intenciones de luchar a su lado. Ésta me lleva ante el mismo Avispa que se nos acercó cuando nos encontramos en el camino. Me dice que Avispa, Gorrión y Zorro han formado una alianza que han llamado “de los Tres Hombres”. Curioso nombre si tenemos en cuenta que la Campeona del Clan Kitsune es una mujer… El Tsuruchi a su vez me lleva ante el mismo Campeón de su clan, Tsuruchi-dono. Ante él repito mi ofrecimiento y pongo a su sevicio mis conocimientos como estratega aprendidos en la escuela Akodo, además de mi adiestramiento marcial como Matsu. Asiente, con el rostro sombrío, y acepta que me una no solo a la Avispa sino a su propia guardia personal. Todo un honor. En cuanto a los Fénix, Asako Matsumoto es demasiado valioso como para exponerlo, así que se acuerda que no entre en combate y que se quede con los sanadores. Y junto a él, su yojimbo, Shiba Nabutaro.

Al día siguiente, al amanecer, todos estamos más que dispuestos para acudir al campo de batalla, una planicie lo suficientemente vasta para la lucha de ambos ejércitos. Una vez apostados esperamos a que el Escorpión haga acto de presencia. Al poco, el otro extremo de la llanura empieza a cubrirse con colores rojos y negros. Desde aquí puedo apreciar que es un ejército más numeroso que el nuestro, tres legiones. Y se trata de un clan mayor… Respiro profundamente… 

Mitsu Otoko Rengo Heigen

Los Campeones de los tres clanes, Suzume, Kitsune y Tsuruchi, avanzan a la par, montados, hasta el centro de la llanura. Por parte del Escorpion, su general, pertrechado con armadura pesada roja y negra y un mempo que le hace las veces de máscara. Permanecen unos minutos eternos parlamentando frente a frente tras los cuales cada delegación gira grupas y vuelve a sus filas respectivas. -La batalla va a comenzar -anuncia Tsuruchi-.

El mismo Campeón de la Avispa es quien comanda nuestras dos legiones. Tras una comprobación a la disposición de las fuerzas enemigas Tsuruchi me pregunta mi opinión. Tras un rápido escrutinio le señalo los puntos por los que podríamos romper su defensa. Asiente. Nos adelantamos y nos preparamos para el combate… 

Un grupo de bushi Escorpión se aproxima rápidamente hacia nuestro general, pensando que un ataque tan rápido nos cogería con la guardia baja y podrían capturarlo. Tal vez con otros hubiera funcionado… Los rechazamos fácilmente aunque uno de ellos no se da por vencido y se encara conmigo. He de reconocer que es endiabladamente rápido y su katana consigue alcanzarme. No lo suficiente. Mi respuesta le deja sin aliento y con un feo tajo cruzándole el pecho. Sus sanadores tendrán que emplearse a fondo con él…

Tras la escaramuza, Tsuruchi vuelve a mirar alrededor y vuelve a pedirme consejo sobre la mejor estrategia a seguir. Le ofrezco mi parecer pero siempre es él quien tiene la última palabra sobre las acciones a seguir. 

Tsuruchi decide avanzar hacia la vanguardia del combate y con él, nosotros, su guardia personal. El Campeón de la Avispa vuelve a ser el objetivo de los bushi Escorpión que se lanzan a por él. Tampoco tienen éxito esta vez. Son rechazados una y otra vez. 

Una y otra vez… ¿Es posible que este ejército formado por dos legiones de tres clanes menores esté haciendo recular a tres legiones de un clan mayor? La Alianza de los Tres Hombres está haciendo retroceder al ejército Escorpión. No es ningún espejismo. ¡Está sucediendo!

El ejército Escorpión finalmente se retira del campo de batalla dándola por perdida. Ahora es el turno de los eta para recoger a los caídos en batalla y de los shugenja para sanar a los heridos. Tras ser dispensada de mis deberes para con Tsuruchi-dono corro a buscar a mis compañeros. Las Fortunas quieran que los encuentre bien… Al acudir al puesto de los sanadores veo a ambos Fénix en buen estado, si bien el aspecto de Nabutaro es el de un combatiente más que ha defendido a su protegido. Al poco consigo ver a Kusao y a Momoko. Ésta, cabizbaja, nos cuenta cómo uno de sus tíos, Tsuruchi Okada, ha sido uno de los caídos. El silencio que se hace presente en nosotros en el pésame más elocuente que podemos brindarle…

Sanados al menos de nuestras heridas más acuciantes, los ejércitos de la Alianza de los Tres Hombres, y nosotros tras ellos, regresamos a Kyuden Ashinagabachi. Allí nos quedamos hasta recuperarnos del todo. Mientras, las noticias sobre el ataque Escorpión llegan hasta Tsuruchi.

Según éstas, el ataque lo lideró un general Escorpión rebelde, Bayushi Tomaru, que actuó por su cuenta y nunca bajo las órdenes directa del Campeón Escorpión, Bayushi Shoju. Apenas puedo contener mi expresión de sorpresa, primero, y rabia, después… En cualquier caso, el Escorpión asegura que ya ha tomado las medidas oportunas contra dicho general…

Veo al yojimbo del ishiken-do más taciturno de lo habitual estos días en Kyuden Ashinagabachi… 

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